El almacén del Señor

“En los almacenes del Señor se encuentran tiempo, talento, habilidades, compasión, material consagrado y medios económicos de los miembros fieles de la Iglesia. Estos recursos están a disposición del obispo para que ayude con ellos a los necesitados” (Thomas S. Monson, “Los principios de bienestar personal y familiar”, Liahona, febrero de 1987, pág. 7).
Muchos miembros de la Iglesia podrían pensar que solamente el obispo, la presidenta de la Sociedad de Socorro o los líderes del quórum del sacerdocio son los responsables de cuidar de los pobres y los necesitados.Sin embargo, todos los miembros de la Iglesia tienen la responsabilidad, no solamente de ser autosuficientes, sino también de ayudar a los demás a serlo.
En la sección 42 de Doctrina y Convenios, el Señor reveló el principio del almacén del Señor:
“Y he aquí, te acordarás de los pobres. . . Y al dar de vuestros bienes a los pobres, a mí lo haréis; y se depositarán ante el obispo de mi iglesia. . . Por tanto, el resto se guardará en mi almacén para suministrarse a los pobres y a los necesitados” (D. y C. 42:30–31, 34; cursiva agregada).
Cuando el Señor mandó a los santos a “dar” de sus “bienes”, no solamente se refería al dinero o a los bienes materiales.
En la sección 82 de Doctrina y Convenios, el Señor ha dicho:
“Y todo esto para el beneficio de la iglesia del Dios viviente, a fin de que todo hombre mejore su talento, y cada uno gane otros talentos, sí, hasta cien tantos, para guardarlos en el almacén del Señor, para que lleguen a ser bienes comunes de toda la iglesia,
“buscando cada cual el bienestar de su prójimo, y haciendo todas las cosas con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios” (D. y C. 82:18–19).
El almacén del Señor existe en cada barrio de la Iglesia y se establece en el momento en que los miembros fieles dan al obispo tiempo, talento, habilidades, compasión, bienes materiales y económicos para el cuidado de los pobres y para la edificación del reino de Dios en la tierra.
En principio, el almacén del Señor recibe, guarda en custodia y distribuye las ofrendas consagradas de los santos. En lo que respecta a suforma y funcionamiento, el almacén es tan sencillo o tan complejo como las circunstancias lo requieran.
A medida que los miembros llevan sus ofrendas al almacén del Señor y depositan ante el obispo su tiempo y sus talentos, el almacén se convierte en una reserva perpetua de recursos, que se reabastece de forma constante y que crece de manera exponencial a medida que los miembros de la Iglesia se ayudan unos a otros para llegar a ser autosuficientes.
El almacén del Señor y el almacén del obispo
El almacén del Señor y el almacén del obispo no son la misma cosa.
El almacén del obispo por lo general es un inmueble físico donde se distribuyen ciertos bienes y productos de necesidad bajo la dirección del obispo y con el fin de satisfacer las necesidades a corto plazo.
Por su parte, el almacén del Señor no es un lugar físico sino que es un principio divino. El almacén del Señor incluye a todos los miembros fieles de la Iglesia que tengan el deseo de ayudarse unos a otros a fin de llegar a ser autosuficientes. (En este sentido, el almacén del obispo puede considerarse como parte del almacén del Señor).
La tabla siguiente ilustra la diferencia:
Almacén del obispo | Almacén del Señor |
Productos tales como alimentos, jabón, pañales y otros artículos de primera necesidad. | Todo el tiempo, el talento, las habilidades, el servicio compasivo y otro material consagrado de los miembros fieles de la Iglesia que se distribuyen a fin de satisfacer las necesidades a corto plazo y que están a disposición para satisfacer las necesidades a largo plazo. |
Encuesta de recursos de empleo
La Encuesta de recursos de empleo es una herramienta que ayuda a determinar las necesidades de empleo que haya en el barrio y en la estaca, al igual que proporciona a los miembros de la Iglesia la oportunidad para dar al almacén del Señor el tiempo, los talentos, las habilidades y el servicio compasivo que deseen consagrar para el beneficio de los necesitados.
“Hay una reserva suficiente de aptitudes, conocimiento, fortaleza y preocupación en cada uno de los quórumes del sacerdocio [y de la Sociedad de Socorro] para atender a los miembros que enfrentan problemas . . .si dichos recursos se administran de forma debida. . . Es la obligación del quórum del Sacerdocio [y de la Sociedad de Socorro] poner en funcionamiento aquellas fuerzas y recursos que habrán de equipar al miembro necesitado con lo necesario para que pueda proveer continuamente para él y su familia”. (Gordon B. Hinckley, “Los quórumes del Sacerdocio en el plan de Bienestar”, Liahona, febrero de 1978, pág 124).
Los obispos y los presidentes de estaca deciden en qué momento y de qué forma se realiza la encuesta. Por ejemplo, se podría pedir a los miembros que llenen la Encuesta de recursos de empleo durante una reunión combinada de sacerdocio y Sociedad de Socorro en la cual se enseñen y se analicen los principios del almacén del Señor.
Bajo la dirección debida del sacerdocio, los especialistas en empleo de estaca y barrio podrían dirigir la elaboración de un plan a fin de llevar a cabo la encuesta, de enseñar los principios inherentes y de administrar la encuesta.
Uso de los datos arrojados por la encuesta
Una vez que la Encuesta de recursos de empleo se haya realizado, la información debe utilizarse para identificar a los miembros que tengan necesidades de empleo y para recurrir a los recursos consagrados de los santos a fin de satisfacer dichas necesidades.
Esta tabla ilustra la forma en que la Encuesta de recursos de empleo puede ayudar a determinar los recursos disponibles que puedan satisfacer las necesidades existentes:
Necesidades: | Recursos consagrados a disposición |
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Los datos recabados por la encuesta deben ser manejados con cuidado y de forma confidencial.La información solamente se debe emplear con la finalidad de asistir a los necesitados y únicamente por las personas designadas por el obispo o el presidente de estaca.
“Sólo el obispo puede asignar los recursos de bienestar, pero el comité [de bienestar] planea la ayuda. . . y coordina el uso de los recursos del barrio como tiempo, talento, habilidades, materiales y el servicio compasivo de los miembros del barrio” (M. Russell Ballard, “Los consejos de la Iglesia”, Liahona de mayo de 1994, pág. 29).